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Además de la Magallanes, otras sondas han sobrevolado Venus en ruta hacia otros destinos para incrementar su velocidad mediante su impulso gravitacional.
El 10 de febrero de 1990 la sonda Galileo sobrevoló Venus a una distancia de 16.000 Km en su camino hacia Júpiter. La sonda Cassini, en su viaje en dirección a Saturno, sobrevoló Venus en dos ocasiones: la primera en abril de 1998, a 234 Km, y la segunda en junio de 1999, a 600 Km.
Durante el examen de la emisión de radiofrecuencias de Venus con sus instrumentos de ondas de radio y plasma en los dos sobrevuelos de la Cassini de 1998 y 1999, se observó que no existían ondas en el rango de frecuencias de 0'125 a 16 MHz, bandas que generalmente se asocian a los relámpagos. Esto entraba en contradicción directa con las observaciones de las sondas Venera de veinte años antes.
Ante una hipotética ausencia de relámpagos en Venus, se ha conjeturado con algún tipo de actividad eléctrica de baja frecuencia, puesto que las señales de radio no pueden atravesar la ionosfera en frecuencias por debajo de 1 Megahercio.
Donald Gurnett, físico de la Universidad de Iowa, observó que las emisiones de radio captadas por la sonda Galileo durante su maniobra de asistencia gravitacional en 1990 revelaron lo que en ese momento se interpretó como indicios de relámpagos. Sin embargo, la sonda Galileo pasó a una distancia 60 veces mayor de Venus que la sonda Cassini, por lo que sus observaciones son sustancialmente menos significativas. Hasta el año 2007 la actividad eléctrica en forma de relámpagos en la atmósfera de Venus siguió siendo un misterio.
El 9 de noviembre de 2005 la Agencia Espacial Europea lanzó la sonda Venus Express con objeto de estudiar la atmósfera y las características de la superficie de Venus desde su órbita.
Venus Express empezó a enviar imágenes del planeta el 11 de abril de 2006. Uno de los objetivos de esta misión es realizar una cartografía completa de las temperaturas en la superficie del planeta.
Los primeros resultados fueron publicados en la revista Nature el 29 de noviembre de 2007. Incluían datos sobre el pasado de la atmósfera de Venus (más rica en agua), el descubrimiento de un vórtice dipolar en la región polar sur y la presencia de relámpagos eléctricos en las nubes de ácido sulfúrico del planeta al detectarse ondas de radio electromagnéticas de muy baja frecuencia en la banda de las generadas por los relámpagos.
Inicialmente estaba previsto que la misión Venus Express durara unos 500 días terrestres, pero en febrero de 2007 se decidió prolongar hasta inicios del año 2009.
El 4 de febrero de 2009 la Agencia Espacial Europea extendió el periodo de operaciones hasta el 31 de diciembre de 2009 y el 7 de octubre de 2009 decidió prolongar nuevamente la misión hasta el 31 de diciembre de 2012, fecha que nuevamente fue retrasada hasta diciembre de 2014, cuando finalmente se dio a la misión por oficialmente concluida.
El 20 de mayo de 2010 la Agencia Japonesa de Exploración Espacial inició su propia misión a Venus, llamada inicialmente PLANET-C (o Venus Climate Orbiter), actualmente conocida como Akatsuki.
Se había previsto que se situara en una órbita de entre 300 y 80.000 Km de altura para complementar los datos obtenidos por la Venus Express y realizar un mapeado de la superficie usando una cámara infrarroja, además de llevar diversos experimentos para determinar el posible vulcanismo actual en la superficie del planeta e intentar detectar la presencia y frecuencia de rayos y otros fenómenos eléctricos en la atmósfera de Venus.
Por su parte, Rusia ha planteado la misión Venera-D, cuyo lanzamiento está programado para 2024.
Selección musical ℗2023 Javier Bedoya para lostfrontier.org