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El 22 de julio de 1962 la NASA lanzó la primera misión del programa espacial estadounidense con destino a Venus, la sonda Mariner 1, que se destruyó durante el despegue.
Mariner 10 fue la última sonda espacial dentro del programa Mariner de la NASA. Fue lanzada el 3 de noviembre de 1973, dos años después de la Mariner 9. Su misión era probar un transmisor experimental en banda X, explorar la atmósfera, superficie y características físicas de Venus y Mercurio y validar la asistencia gravitatoria, usando en este caso a Venus para acelerarse en su trayecto final hacia Mercurio.
Visitó Mercurio en tres ocasiones, el 29 de marzo y el 21 de septiembre de 1974 y el 16 de marzo de 1975. En total cartografió entre el 40 y el 45% del planeta, aunque sólo la parte iluminada por el Sol mientras lo sobrevolaba.
Mercurio es el planeta del Sistema Solar más cercano al Sol y también el más pequeño. Al igual que Venus, carece de satélites naturales. Se conocía muy poco sobre su superficie hasta que fue enviada la sonda planetaria Mariner 10. Posteriormente fue estudiado por la sonda MESSENGER de la NASA y actualmente se encuentra activa la misión conjunta de la Agencia Espacial Europea y la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial que han enviado la sonda BepiColombo, lanzada en octubre de 2018, y que se dirige a Mercurio a donde previsiblemente llegará el 5 de diciembre de 2025.
Antiguamente se pensaba que Mercurio siempre presentaba la misma cara al Sol, en similitud al caso de la Luna con la Tierra; es decir, que su periodo de rotación era igual a su periodo de traslación, ambos de 88 días terrestres. Sin embargo, en 1965 se comprobó que su periodo de rotación era de 58'7 días, lo cual representa ⅔ de su periodo de traslación. A esta situación se la denomina resonancia orbital.
Al ser un planeta cuya órbita es inferior a la de la Tierra, lo observamos pasar periódicamente delante del Sol, fenómeno que se denomina tránsito astronómico. Observaciones de su órbita a través de muchos años demostraron que el perihelio gira 43" de arco más por siglo de lo predicho por la mecánica clásica de Newton. Esta discrepancia llevó al astrónomo francés Urbain Le Verrier a pensar que existía un nuevo planeta más cerca todavía del Sol que modificaba la órbita de Mercurio. Ahora se sabe que tal planeta no existe y el comportamiento del perihelio de Mercurio se explica en la Teoría General de la Relatividad de Einstein.
Mercurio está formado en un 70% por metales y el 30% restante por silicatos. Los geólogos estiman que el núcleo de Mercurio ocupa un 42% de su volumen total (el núcleo de la Tierra apenas ocupa un 17%). Este núcleo estaría parcialmente fundido y sería el responsable del campo magnético del planeta.
La temperatura en un día normal en Merurio oscila entre 350 °C por el día y -170 °C por la noche.
La órbita de Mercurio es la más excéntrica entre todos los planetas que orbitan el Sol. La distancia de Mercurio al Sol varía en un rango entre 46.000.000 y 70.000.000 de kilómetros. La inclinación de su plano orbital con respecto al plano de la eclíptica es de 7°.
La elevada velocidad del planeta cuando está cerca del perihelio hace que cubra esta mayor distancia en un intervalo de sólo cinco días.
Mercurio rota tres veces alrededor de su eje cada dos órbitas; es decir, 3 días en Mercurio duran 2 años teniendo en cuenta que emplea 88 días terrestres en realizar una traslación completa.
Pero lo más fascinante de Mercurio es que sus amaneceres son dobles: cuando el Sol sale aproximadamente dos tercios de su tamaño, se detiene, se esconde nuevamente casi exactamente por donde salió y luego vuelve a salir para continuar su recorrido por el cielo; esto sólo ocurre en algunos puntos de la superficie. A 180° de longitud de estos puntos lo que se observa es un doble anochecer.
Debido al mismo mecanismo, en el resto del planeta se observa que el Sol aparentemente se detiene en el cielo y realiza un movimiento de retroceso. Esto se debe a que aproximadamente cuatro días terrestres antes del perihelio, la velocidad angular orbital de Mercurio iguala a su velocidad angular de rotación, lo que hace que el movimiento aparente del Sol cese, se invierta el movimiento durante los ocho días seguidos en los que la velocidad angular orbital es superior a la de rotación, y finalmente cuatro días después del perihelio el Sol vuelva a detenerse y recuperar su sentido de movimiento inicial.
Justo en el perihelio es cuando la velocidad angular orbital de Mercurio excede en mayor magnitud a la velocidad angular de rotación, y es entonces cuando la velocidad aparente de retroceso del Sol es la máxima.
Selección musical ℗2023 Javier Bedoya para lostfrontier.org